miércoles, 31 de diciembre de 2008




Sentimiento nuevo

Es un sentimiento nuevo, que mantiene alta mi vida,
la pasión en la garganta, Eros que se hace palabra.
Todas tus inhibiciones no forman parte del sexo.
Los apetitos míticos, de cortesanas libias,
la posesión, las formas de amor pre-alejandrinas.
Y tu voz igual que el coro de las sirenas de Ulises me encadena.
Y es hermoso perderse en este milagro.
en la patria de las geishas se abandonan a su fuerza.
Todas tus inhibiciones, el placer desencadenan.
El shivaísmo asiático, de estilo dionisíaco,
La lucha pornográfica de griegos y latinos.
Y tu cuerpo como un bálsamo en el desierto aún me cautiva.
Y es hermoso perderse en este milagro.
Y es hermoso perderse en este milagro.
Los apetitos míticos, de cortesanas libias,
la posesión, las formas de amor pre-alejandrinas.
Y tu voz igual que el coro de las sirenas de Ulises me encadena.
Y es hermoso perderse en este milagro.
Y es hermoso perderse en este milagro.

Franco Battiato

lunes, 29 de diciembre de 2008

Los sabios de mueble bar

El otro día -para ser exactos: el 24 de diciembre- estando en medio de esa especie de fiestas que, por estas fechas, se montan, y donde todo el mundo -a partir de la «mayoría de edad»- finge ser simpático -por eso de ser consecuente con el «espíritu de las Navidades»-, concretamente en el local de la radio donde suelo pasar varias horas inventando programas que nunca llegan a salir al aire, o grabando anuncios que alguien se encarga luego de fastidiar, pude escuchar lo que nos decía un individuo. Éste se expresaba con gran seguridad y aplomo, y sentenciaba a la manera de los bustos parlantes que salen por la tele, es decir, hablaba con la gravedad de alguien que nos va a decir algo importante -aunque en realidad no tenga ni idea de lo que va a predicar-. El individuo nos contaba eso tan repetido de que las ideologías han muerto. Y lo afirmaba expresando su plena conformidad con esas defunciones. Pero, a reglón seguido, empezó a quejarse con amargura de la ineptitud de los cargos políticos, tanto de los que gestionan actualmente el ayuntamiento como el cabildo, sin olvidar, por supuesto, a los que se sientan en los sillones del Parlamento autonómico.

El silencio se fue apoderando de los que estábamos allí, y las charlas que manteníamos, a la manera española de conversar -es decir, saltando de un tema a otro sin continuidad posible, atendiendo poco a lo que dice el otro y hablando mucho- empezaron a cesar. Pero el silencio se fue imponiendo no porque lo que dijera el mencionado individuo fuera interesante, sino porque el tono, o volumen de voz, que estaba utilizando, iba subiendo en decibelios a medida que bajaba el peso de los «argumentos» que exponía.

Algunos optaron por desaparecer del lugar con la excusa de fumarse un cigarrillo, mientras otros -a decir verdad los menos- preferimos quedarnos con la esperanza de comprobar si, detrás de toda esa catarata ascendente de sonidos, se escondía alguna verdad que desconocíamos. Sin embargo, después de unos diez minutos de discurso cargado de tópicos y gestos histriónicos, no vislumbramos si había ninguna señal o indicio de verdad desconocida, y ya sólo quedaban unos pocos anfitriones intentando meter baza en aquel monologo que comenzaba a ser insufrible. Como ustedes podrán comprender, terminé uniéndome al grupo de los fumadores.

Cuando encendí el pitillo, y a raíz de lo escuchado, me vino a la memoria lo que había dicho recientemente mi amigo Pepe: «vivimos en una sociedad totalitaria, pero lo peor del caso es que la gente no se da cuenta, y ofrece su colaboración a los tiranos sin pedir nada, considerando normal cualquier abuso, sacrificando su libertad en aras de la paz social».

Le daba la razón, igual que recordaba lo que, en negro y sobre blanco, nos advertía Carlos Pinedo hace ya unos años: «La esencia del actual totalitarismo es su apoliticismo. Frente a la sociedad occidental, mundializada y única, humanitaria y economicista, ninguna revuelta es posible (....) La ideología única entra en el cerebro y cada uno es su propio censor y opresor» .
«El Sistema se basa en una forma despolitizada de dominio. El consenso social no es obtenido por vías coercitivas (políticas) o persuasivas (ideológicas), sino por la adhesión económica privada a un modo de vida, ya interiorizadas, a las que nadie está dispuesto a renunciar. Además, los individuos son autores de su propia alienación, pues la participación de éstos en los sectores de actividad tecno-económica en los que están fuertemente implicados dado su carácter hiperpragmático (consumo, ocio, profesión, redes administrativas) les lleva a que tengan interés en su mantenimiento».
«Esta sociedad mercantilista se basa en la idea de que no existen más que necesidades y deseos materiales individuales, siempre cuantitativos y capaces de ser satisfechos. Este totalitarismo economicista difunde un individualismo feroz»
.

Pero a pesar de todo lo dicho, y ser consciente de la parte de razón que llevan, yo me niego a secundar el axioma ese de que las ideologías han muerto. Y les aseguro que no es por empecinamiento infantil, sino porque algunos, aún, no hemos renunciado sencillamente a la facultad de pensar. Y frente a todo ese discurso omnipresente que pretende desmovilizarnos, algunos conservamos la esperanza de que otro mundo es posible. Es más: otro mundo es necesario. Por lo pronto, en las circunstancias actuales, nuestra única obligación es hacer frente a los «sabios de mueble bar» que intentan confundir o hastiar nuestros oídos con palabras vacías, destinadas, por su forma y contenido, a derrotar nuestros espíritus.

Por lo menos podemos arrancar una pequeña victoria si logramos resistir tales bombardeos de palabras necias que nos quieren empujar al darlo todo por perdido.

viernes, 26 de diciembre de 2008

AVANTI
AVANTI!
Si te postran diez veces, te levantas otras diez, otras cien, otras quinientas...
No han de ser tus caídas tan violentas ni tampoco, por ley, han de ser tantas!
Con el hambre genial con que las plantas asimilan el humus avarientas,
deglutiendo el rigor de las afrentas se formaron los santos y las santas.
Obsesión casi asnal, para ser fuerte, nada más necesita la criatura;
y en cualquier infeliz se me figura que se rompen las garras de la suerte...
Todos los incurables tienen cura cinco segundos antes de su muerte!
II - PIU AVANTI!
No te sientas vencido ni aun vencido, no te sientas esclavo ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo, y acomete feroz, ya malherido.
Ten el tesón del clavo enmohecido que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde intrepidez del pavo, que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede como Dios, que nunca llora: o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza precisa del agua y no la implora...
Que muerda y vocifere vengadora, ya, rodando en el polvo, tu cabeza!
III - MOLTO PIU AVANTI!
Los que vierten sus lágrimas amantes sobre las penas que no son sus penas;
los que olvidan el son de sus cadenas, para limar las de los otros antes;
Los que van por el mundo, delirantes, repartiendo su amor a manos llenas:
caen, bajo el peso de sus obras buenas,
sucios, enfermos, trágicos...! Sobrantes!
Ah! Nunca quieras remediar entuertos; nunca sigas impulsos compasivos!
Ten los garfios del Odio siempre activos,
y los ojos del juez siempre despiertos!...
Y al echarte en la caja de los muertos menosprecia los llantos de los vivos!
IV - MOLTO PIU AVANTI ANCORA
El mundo miserable es un estrado donde todo es estólido y fingido,
donde cada anfitrión guarda escondido su verdadero ser, tras el tocado.
No digas tu verdad ni al más amado; no demuestres temor ni al más temido;
no creas que jamás te hayan querido por más besos de amor que te hayan dado:
Mira como la nieve se deslíe sin que apostrofe al sol su labio yerto;
cómo ansía las nubes el desierto sin que a ninguna su ansiedad confíe...
Trema como el Infierno, pero ríe! Vive la vida plena, pero muerto!
V - MOLTISSIMO PIU AVANTI ANCORA!
Si en vez de las estúpidas panteras y los férreos estúpidos leones,
encerrasen dos flacos mocetones en esa frágil cárcel de las fieras,
no habrían de yacer noches enteras en el blando pajar de sus colchones,
sin esperanzas ya, sin reacciones, lo mismo que dos plácidos horteras.
Cual Napoleones, pensativos, graves, no como el tigre sanguinario y maula,
escrutarían palmo a palmo su aula, buscando las rendijas, no las llaves...
Seas el que tú seas ya lo sabes: a escrutar las rendijas de tu jaula! "
Almafuerte

jueves, 25 de diciembre de 2008

Hubo un tiempo

Los que tenemos cierta edad, peinamos algunas canas y el tiempo nos ha despertado algo de eso que llaman «sentido común», recordamos las historias familiares que nos traían, al comedor o a la sala de estar preferentemente, nuestros padres, abuelos o tíos, en las que nos señalaban algún antepasado conocido en el barrio, o en el pueblo, por su palabra. Nos decían que, entonces, bastaba esa palabra para adquirir un compromiso que sólo podía romperse con el fallecimiento. También nos contaban que con ellos no hacía falta llamar a ningún notario, ni pedía nadie un abogado, para que diera fe de lo que con ellos se había acordado. Si alguna vez, y porque alguna circunstancia especial así lo requería, firmaban un documento –al que llamaban papel- lo hacían sin la presencia de ningún «leguleyo» o «picapleitos». Una profesión u oficio éste tan respetable, o despreciable, como la de banquero, periodista, cargo político, cura o prostituta, ya que depende de la necesidad que tenga alguno de los citados para hacer alguna valoración sobre ese tipo de trabajos.

Pero no divaguemos, y volvamos al tema central. Cuando nos relataban estas historias, la intención de quien nos la contaba era la de despertar, en nosotros, la aceptación de la responsabilidad, la comprensión de lo que contraemos con nosotros mismos cuando adquirimos un compromiso. Cierto es que hacían referencia a otra época, un tiempo en el que la palabra de una persona era expresión valiosa de su riqueza, el acto que resumía, en un solo gesto, toda su vida.

Y esto era así porque las palabras, entonces, tenían un significado concreto, preciso, que no dependía del momento o «estado de ánimo» de quien las pronunciara, ni dependían si eran dichas bajo tales o cuales circunstancias. Mujer, hombre, niño, joven, adulto o anciano eran términos que designaban inequívocamente a las personas; casado, soltero, obrero, campesino, empresario o parado definían la situación social de una persona; valentía, cobardía, prudencia, lealtad, honor, doblez eran las palabras que precisaban la trayectoria vital de un individuo. Algunos, tal vez, puedan objetar que, en la actualidad, esas palabras tienen el mismo valor, y que siguen existiendo personas con palabra que adquieren compromisos que sólo se rompen con la muerte. Pero permítanme que disienta, en aras de eso que llaman lo políticamente correcto y el «buen rollito» imperante en esta España chata y zafia en la que nos ha tocado vivir... aunque a decir verdad me importa muy poco que los bienpensantes de esta «sociedad civil» consideren como aceptable lo que voy a decir.

En este principio de siglo y de milenio -que no es poca cosa para empezar- todo está trastocado haciendo realidad aquel tango de Discépolo llamado «Cambalache». Podemos ver, en la casi omnipresente televisión, como se pagan grandes sumas de dinero a delincuentes a cambio que relaten, ante las cámaras, sus fechorías, excusas o sentimientos. Se dan unas cifras que una persona, trabajando honradamente, jamás podrá alcanzar en toda una larga vida laboral. Podemos observar como «agentes financieros» y banqueros en general se presentan como sujetos dignos, es decir, como ejemplos a imitar, a pesar de ser los causantes directos de la mayor crisis que, en la historia se recuerda, ha empezado a atravesar este sistema en el que estamos inmersos, el capitalista –por cierto: ojalá desaparezca pronto de la faz del planeta- mientras los que trabajan diariamente son tratados -y a veces llamados en un golpe de sinceridad- como pringaos. Podemos leer en los periódicos, o en las revistas, como se reescribe diariamente la realidad, adecuando el «panorama» a los intereses de los consejos de administración y los inversores.

En definitiva, podemos comprobar como las palabras ya no significan nada, porque pueden ser utilizadas de una forma u otra o al revés, pueden significar una cosa o la contraria o la intermedia, dependiendo de quien las diga, escriba o utilice... y en que día las utiliza, pues si ayer era «equis» mañana será «y griega».

Es por eso que están los notarios, los abogados, los registradores, los «representantes del pueblo» (cargos políticos), los periodistas, los curas y toda esas pandillas que han hecho, del manoseo de las palabras, su profesión, con la única función de hacerse imprescindibles, porque ya no sirve para nada tener honor, ni palabra, ya no existe compromiso si no está puesto en negro sobre blanco y con la firma de algún especialista en derecho al final del folio -o del medio centenar de folios-. Y la pregunta surge irrefrenable en mi mente ¿Sirven de algo las historias que nos contaron nuestros padres, abuelos y tíos?

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Bandera Blanca


Mister Tamburino yo no quiero bromear, pongámonos la camiseta, los tiempos cambiarán.
Somos hijos de la estrella y biznietos de su majestad el dinero.
Por fortuna, mi racismo no me deja ver los programas demenciales con tribuna electoral.
Aunque llevéis perfumes y desodorantes sois arenas movedizas, siempre hacia abajo.
Hay quien se pone unas gafas de sol, por tener más carisma y sintomático misterio.
Qué difícil es seguir, padre, cuando el hijo crece y las madres envejecen.
Cuánta escuálida figura que atraviesa el país y qué mísera es la vida con abusos de poder.
En el puerto ondea la bandera blanca, en el puerto ondea la bandera blanca.
Sul ponte sventola bandiera bianca sul ponte sventola bandiera bianca
Yo prefiero la ensalada a Beethoven y Sinatra, a Vivaldi, uvas pasas que me dan más calorías.
Qué difícil es quedarse quieto, indiferente, mientras todo entorno hace ruido.
En esta época de locos nos faltaban los idiotas del horror.
He oído los disparos en una vía del centro.
Cuánta estúpida gallina, se pelean para nada.
Mínima inmoralia, mínima inmoralia. Sumergidos sobre todo en basuras musicales.
En el puerto ondea la bandera blanca en el puerto ondea la bandera blanca.
Sul ponte sventola bandiera bianca sul ponte sventola bandiera bianca

Franco Battiato
IF

Si guardas en tu puesto la cabeza tranquila,cuando todo a tu lado es cabeza perdida.
Si tienes en ti mismo una fe que te niegan y no desprecias nunca las dudas que ellos tengan.
Si esperas en tu puesto, sin fatiga en la espera.
Si engañado, no engañas.
Si no buscas más odio, que el odio que te tengan.
Si eres bueno, y no finges ser mejor de lo que eres.
Si al hablar no exageras, lo que sabes y quieres.
Si sueñas y los sueños no te hacen su esclavo.
Si piensas y rechazas lo que piensas en vano.
Si alcanzas el TRIUNFO ó llega tu DERROTA, y a los dos impostores les tratas de igual forma.
Si logras que se sepa la verdad que has hablado,a pesar del sofisma del Orbe encanallado.
Si vuelves al comienzo de la obra perdida,aunque esta obra sea la de toda tu vida.
Si arriesgas de un golpe y lleno de alegría,tus ganancias de siempre a la suerte de un día,y pierdes, y te lanzas de nuevo a la pelea,sin decir nada a nadie lo que eres, ni lo que eras.
Si logras que los nervios y el corazón te asistan,aún después de su fuga, en tu cuerpo en fatiga,y se agarren contigo, cuando no quede nada,porque tú lo deseas, lo quieres y mandas.
Si hablas con el pueblo, y guardas la virtud.
Si marchas junto a Reyes, con tu paso y tu luz.
Si nadie que te hiera, llega a hacerte la herida.
Si todos te reclaman, y ninguno te precisa.
Si llenas el minuto inolvidable y cierto,de sesenta segundos, que te llevan al cielo.
TODO lo de esta Tierra será de tu dominio,Y mucho más aún ...
¡ Serás un HOMBRE, hijo mío !


Rudyard Kipling
¿Por qué?

Todo en esta vida ha de tener una razón suficiente que justifique su existencia. De no ser así, la vida sólo sería un juego vacuo, un sin sentido, un mero capricho destinado a la muerte, como una cerilla cuyo único cometido fuera consumirse en manos de alguien sin dar el calor suficiente ni la luz necesaria para poder resultar útil. Por ello publico este primer escrito, para que sirva, de alguna forma, de carta de presentación y evite equívocos sobre lo que se van a encontrar. Porque de equívocos está ya el mundo lleno.

No pretendo emitir una declaración de principios, pues el que aquí escribe piensa que tal tipo de declaraciones son, únicamente, brindis al sol, ejercicios estériles de retórica dirigidos a anestesiar cualquier capacidad crítica. No sólo creo en la crítica, sino además estoy convencido que sólo puede florecer el pensamiento y la actitud disidente desde la libertad y el coraje como valores irrenunciables. Y, sobre todo, donde se intente ser consecuentes con estos principios.

Es por ello que me he puesto manos a la tecla para establecer un canal de diálogo con todas las personas que, como uno, no están dispuestas a comulgar con ruedas de molino, porque, entre otras cosas, más tarde o más temprano, estas ruedas de molino resultan indigestas. Y decimos diálogo porque “Bandera Blanca” sólo será posible si ustedes, los que están al otro lado del ordenador, se ponen en contacto con un servidor en el correo electrónico
banderablanca13@gmail.com. De lo contrario, este blog será una sucesión de monólogos más o menos ingeniosos, más o menos acertados… o más o menos pedantes… pero nunca sería una comunicación sino una predicación dogmática … y dogmas, abiertos o subliminales, ya tenemos suficientes como para acabar con la vida. No somos una iglesia, ni cualquier otra secta, y no venimos a defender privilegios de ninguna sacristía, sea ésta negra, roja, verde o blanca, del pasado, del presente o del futuro, por lo tanto no tenemos servidumbres extrañas a las que rendir cuentas por lo que decimos o pensamos. Nuestra única obligación es con nosotros mismos y con ustedes si quieren participar en esta conversación… No tenemos, ni mucho menos, todas las respuestas, porque no tenemos todas las preguntas. Pero al igual que ustedes nos vemos afectados por las mismas cosas:

… por los contratos de tres meses en trabajos sin expectativas y con míseros sueldos con los que no llegamos ni a mediados de mes,
… porque estamos a punto de perder nuestras casas por obra de los timadores que se esconden en los despachos y ejecutan esos papeles llamados hipotecas, como si de navajas en un callejón oscuro y por la espalda se tratara,
… porque la preocupación del futuro de nuestros hijos victimas de un sistema educativo destinado a repetir las mismas mentiras -aunque quizás con otras palabras-, que nos contaron a nosotros, para alimentar a las mismas sagas de ineptos y aprovechados...

Como pueden leer no estamos dispuestos a rendirnos ante los golpes del destino, que diría Shakespeare. Por lo tanto, nuestra bandera no es de rendición a pesar del color… ya henos visto pasar muchas banderas bajo nuestros balcones, de todos los colores, de todos los partidos… y con suficientes farsantes al frente cargados de demasiados prejuicios, como para tener una vida que merezca llamarse tal.

No se asusten, no vamos a hablar de política, porque en este país no se hace tal. Ni tampoco vamos a criticar a esos que se sientan en las instituciones porque no merecen que perdamos ni un segundo en llamarlos por su principal característica… cretinos.

Bandera Blanca es un espacio destinado a tratar la realidad como se merece, pero desde otra perspectiva… desde la visión de un hombre que todos los días se levanta para acudir a sus obligaciones, y que quiere soluciones prácticas a sus problemas… que quiere un poco de luz ante tanta mediocridad… que quiere, al menos una vez, ser feliz… que en definitiva quiere otra vida. Hoy levantamos esta bandera en el páramo de la cotidianidad, la bandera que los despierte del sueño letal del consumo compulsivo, la bandera que llama a la rebelión y que despierta ese espíritu de otro tiempo, ése que nos hacía preguntarnos ¿Por qué? ¿Para qué?.