lunes, 5 de enero de 2009




Mi carta del 5 de enero





En esta ocasión, me dirijo a los Magos de Oriente, para hacerles una particular petición. Sé que no es muy normal realizar una solicitud quitándoles el tratamiento de reyes, pero es que uno es republicano y no reconoce ningún derecho de bragueta. Tampoco es muy habitual hacerlo con tan poco tiempo, pero qué le vamos hacer. «El que nace pa’ martillo del cielo le caen los clavos». Ya sé que están de camino del Lejano Oriente para llegar en la madrugada del día seis a los hogares españoles, y espero que los controles del ocupante sionista no les impidan llegar, ni que ningún daño colateral cometido por un criminal «israelí» les elimine de la existencia, como ya han hecho y siguen haciendo con los palestinos que sobreviven en Gaza bajo condiciones infrahumanas.

No voy a pedir nada para mí ni para los míos. O, para ser exactos, no realizaré petición alguna destinada solamente a mí y a las personas con las que me relaciono. La lista que enumero a continuación es más general, y responde a un defecto de mi carácter, según mis amigos y los que no lo son tanto: mi generosidad. Os pido que traigáis en vuestras alforjas lo siguiente:
  • Un poco de sentido común y discernimiento, para que podamos diferenciar la verdad de la mentira que nos cuentan los cargos políticos, los periodistas, los curas –de cualquier religión o secta- los profesionales de la palabra y la mercadotecnia.
  • Un poco de voluntad y aguante para reforzar las filas de los resistentes y disidentes a este mundo lleno de criminales, ladrones, corruptos y extorsionadores que, junto con sus cómplices, intentan acabar con la vida, la dignidad y la esperanza de todos aquellos que nos negamos a someternos.
  • Un poco de inteligencia y astucia para saber golpearles bien donde más les duele, para causarles el mayor daño posible. Ya que lograr la victoria todavía me parece lejano.
  • Un poco del espíritu de rebeldía de otros tiempos para que las generaciones presentes se enfrenten a la realidad, sin sectarismos, sin nacionalismos, sin fobias, con los dos ojos, y que no se queden paralizados ni por la violencia de los tiranos y ni por los cantos de sirena del consumo.
Si traéis esto, quizá el año 2009 será algo mejor que los ocho años anteriores de este siglo. Pero si no lo tenéis en las alforjas, queridos Magos, daros media vuelta e id a cargar lo que os pido: los españoles entenderán el retraso. Porque de no traerlo, queridos Magos, seréis cómplices de lo que hoy, mañana y el otro ocurre en el planeta.

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